sábado, 16 de mayo de 2009

Manual de Oratoria IV

Elementos físicos de la voz (Manual de Oratoria Parte IV)

El tono, la modulación, la inflexión, el énfasis, el volumen y la velocidad al hablar, son algunos de los componentes físicos de la voz. Estos son:
  • El tono.
  • La modulación.
  • La inflexión.
  • El énfasis.
  • El volumen.
  • Velocidad del lenguaje.

Lenguaje eficiente:

  • Pronunciación.
  • Dicción.
  • Léxico.
  • Calor emotivo.
  • Educación del oído.
  • Salud.

Recuerde que su VOZ, es la forma sonora de expresar sus pensamientos y emociones. Escúchese así mismo pero no cuando habla en publico. El lenguaje es la forma de comunicación oral practicada diariamente por todo el mundo. Como a usted se le juzga por su lenguaje, aquello que usted diga, y la manera de decirlo, tiene una importancia considerable. Eduquémonos una voz clara y expresiva. El timbre persuasivo y conmovedor, cantemos a boca cerrada. Es un ejercicio que puede hacerse todas las mañanas. Los ejercicios que a continuación le ofrecemos, al obrar sobre la articulación, darán seguridad y penetración a la voz:

Leamos media página de un libro prolongando y destacando cada silaba. Por ejemplo: Paaaariiiis eeees laaaa caaaa piiiii taaaaaal deee Fraaaaaaciaaaa, etc.
Si la sonoridad del timbre determina la emoción, la nitidez de la articulación impresiona al espíritu y da a la palabra la facultad de convertir en pasivos los cerebros a los cuales se dirige. Para adquirir articulación nítida leamos en voz alta, ejercitándonos: a) en separar bien las silabas; b) en articular cada consonante como si fuera triple. Por ejemplo: Pppa-rrri-sss essss llla cccapppi ttta lll ddde Fran cccia, etc. Hagamos el ejercicio precedente, pero leyendo cada vez más aprisa, sin dejar de triplicar las consonantes, ni de marcar un pequeño compás de espera entre cada silaba. (P.C. Jagot).

Hablemos en tono moderado. Nuestra palabra tendrá mas poder cuanto mas nítida y firme sea, pero también moderada. Sabemos lo que queremos decir, cada palabra, cada silaba produce su efecto; no pronunciaremos jamás ningunas que sean violentas, impacientes, descorteces o que puedan herir a nuestro interlocutor. Escuchemos impasibles, evitemos las exclamaciones, aguardaremos para contestar a que hayan terminado lo que tienen que decirnos. Sin exaltarnos, permanezcamos dueños de nosotros mismos: seremos dueños de la conversación y lograremos ganar la partida. Si fracasamos en la entrega del mensaje, tenemos la seguridad, al menos, de que nuestras palabras tranquilas, pero categóricas, preocuparan al adversario, lo sugestionaran y, en realidad, no habremos perdido definitivamente la partida.

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